Tercera mudanza en un mes

No podemos creerlo, es domingo, hemos hecho una mudanza con todo nuestro petate a un hotel que nos ha cogido la gente de Wunderman. Supuestamente vamos a pasar aquí el tiempo que nos queda, casi un mes.

Lo mejor es que las habitaciones no tienen ni un armario, y nosotros tenemos maletas de unos 25kg…

A las pocas horas de estar en el hotel, y a pesar de ser domingo, decidimos escribir a la gente de la oficina comunicando nuestras dudas al respecto del nuevo emplazamiento, es imposible vivir un mes ahí.

La semana transcurre con el estoicismo de a quien le dicen que le van a resolver un problema y ve pasar los días, por fin nos dan el poder, vamos a cogernos un airbnb a nuestro aire, lo que pedimos desde el principio. Emocionados miramos varias opciones.

Una vez nos decidimos por uno le pedimos a nuestros compañeros de administración en España que lo reserven, una rocambolesca historia hace que acabe dándoles mis claves de airbnb para que lo cojan con mi perfil, por fin lo conseguimos.

Entonces recibimos estos mensajes.

Cuando nuestra aventura con el alojamiento parecía haber acabado el monstruo revive.

¿Cómo que otra casa? ¿Y la del anuncio, qué?

Empezamos a entender, a base de fuerza, que en este país funcionan muchas cosas con un baremo de seriedad bastante bajo. La mujer nos dice que vayamos a ver la casa en la que nos meterían, y eso que ya hemos pagado la reserva...accedemos.

La casa es acojonante, dos plantas, cuartos con baño, un salón con cristalera a un jardín hermoso y un chiuahua, charly, que supuestamente va a vivir allí con nosotros.

Lee (nuestra interlocutora) nos dice que es la casa de los dueños del piso que vimos en airbnb, y que están de viaje, pero que a mediados de la semana que viene vendrán, espera, ¿vendrán? si hemos pedido piso completo para nosotros en los filtros de airbnb...en fin mejor que el hotel lo que sea.

Mientras tanto en la oficina todo bien, COMO SIEMPRE...

Nuestro primer día en la casa es el viernes, alegres de haber escapado del cuchitril sexy nos repartimos cuartos y empezamos a acomodarnos, a eso de las ocho cuando estamos en el salón viendo vídeos en la tele se va la luz.

La sensación es bastante indescriptible, es una casa muy grande, no la conocemos, hay un perro y una tormenta acojonante. Encontramos el cuadro de los plomos, están todos arriba... aún así intentamos apagar y encender pero sin éxito.

Nuestra capacidad de resignación que se ha hecho olímpica en este lugar poco a poco nos indica que lo mejor es buscar velas y abrirse una cerveza. Encontramos una guitarra y el maestro Morate se toca unos acordes que llenamos cantando gilipolleces para superar lo absurdo de la situación.

Conseguimos hablar con la ama de llaves de la casa, además de con la compañía eléctrica y nos dicen que se ha ido la luz en todo el barrio, que hay que esperar.

Tras unas cerves y unos temas nos vamos a dormir, maravilloso momento en el que tras quince segundos de habernos metido en la cama a oscuras TODAS LAS LUCES DE LA CASA SE ENCIENDEN POR DOS SEGUNDOS. Mal rollo, whatsapps de un cuarto a otro…


Por fin a la mañana siguiente tenemos luz, pero ahora el cuarto de Jorge se inunda (cabe decir que es la segunda inundación que sufre este pobre chico en una semana, en el hotel hasta le cambiaron de cuarto).

El fin de semana nos vamos a un parque a caminar y a un mercadillo, la verdad que a pesar de las aventuras estamos contentos en la casa de la Dra Marianne.