Imprímelo todo

Empezamos la semana con una puesta en común de versiones de la homepage con la gente de Immersion, ellos van a hacer una y yo otra, luego nos quedaremos con lo que más nos guste.

Estuve echándole un último vistazo el domingo a la noche, expuse mi versióny les gustó, se quedaron con el primer fold, pero se quedaron con bastantes elementos de la versión de mi compañera Vibhuti.

Por la tarde y siguiendo la tónica general, Jorge y yo nos vamos a Mandela square mientras las chicas van al gimnasio. El asunto es que nos entra la vena deportista y nos decidimos gastar las dietas en unas porterías enanas y un balón para jugar en el jardín de casa. También cae un set de badminton de todo a cien. Altamente ilusionados nos volvemos a casa las montamos y pasamos la tarde del martes jugando una pachanguita, hasta que el balón acaba pinchado en la copa de un árbol y uno de los volantes de badminton más de lo mismo, usando nuestro alto cociente intelectual lanzamos una de las raquetas para bajarla...ahora ya hay tres cosas en el árbol.

En el ámbito laboral paso el martes y miércoles preparando un esquema con el modelo de colaboración que queremos implementar entre los equipos. De pronto el mundo se para, surge un asunto muy importante, tenemos que preparar un walkthrough de cliente, básicamente va a venir uno de los altos cargos del banco a ver nuestras oficinas y se quiere dar una muy buena imagen de cómo se está llevando el proyecto.

Nos cuentan que tenemos que empapelar la sala con diseños, journeys y hasta han pedido un vinilo con el escudo del banco para poner en una de las ventanas...

Se prepara hasta el mínimo detalle y llega el día, nos convocan a las ocho el jueves, llegamos y la sala parece un cuarto de un adolescente, no hay un sólo hueco, horror vacui.

Hay un desayuno en la mesa, cosa que nunca ha habido, la mejor manera de hacer que parezca un día normal…

Hasta las nueve menos poco no llega el cliente, es un hombre muy agradable que se presenta con un discurso acerca de la importancia para el banco del proyecto. Le gusta que haya componentes españoles en el proyecto y se queda con nuestros nombres. Va recorriendo la sala y hablando con todos, llega el momento en el que se acerca a la mesa de Blanca y Elena que le van a enseñar diseños, se concentran unas doce personas tras ellas. Es la tónica del proyecto, mucha gente todo el rato, en reuniones en las que participan tres personas hay otros ocho oyentes, todo es a saco.

Tras un extraño día laboral nos invitan compañeros del trabajo a un whiskey tasting session. Nosotros vamos pensando que será un bar y nos encontramos en una feria rollo IFEMA con estands de whiskey por países. Jorge se hace un hidalgo con el primer whiskey que prueba pensando que se cata así, empezamos de lujo. Nos retiramos pronto porque a falta de poca tela el jueves nos dicen que a las ocho de la mañana tenemos que ir al banco a exponer los avances...

Allá que vamos, se suben al estrado las chicas a presentar sus diseños, más feedback de desconocidos y la sesión termina con nosotros un tanto desorientados, ¿quién era esa gente? ¿Tenemos que tener en cuenta lo que nos dicen?...

Lo bueno es que este fin de semana no tenemos sitio en nuestro hotel, y es lo bueno porque eso nos obliga a tener que irnos.

Sharmaine (la conseguidora de la oficina de aquí) nos ha reservado dos noches en Mabula Lodge, una especie de cabañas o bungalows en la sabana, y vamos a poder hacer un safari. La verdad que no sabemos qué esperar pero promete.

El conductor nos recoge a las dos en la oficina, se llama Dave y nos avisa en cuanto salimos que por culpa del tráfico igual tardamos unas tres horas. Así es, al poco de salir de Joburg camino a Pretoria ya empezamos a ver un atasco increíble, Dave decide sacarnos de la autopista y tomar rutas alternativas para después reincorporarnos más tarde a la autopista. Los viernes son día de tráfico.

De camino a Mabula pasamos por Bela Bela, un pueblo que es lo primero que vemos que no sea área metropolitana de Johannesburgo, por la carretera hay muchos camiones parados por la policia, nos comenta Dave que son de Zimbawe y que registran la mercancía que traen. Pasado Bela Bela cogemos una especie de carretera nacional, a los alrededores se ven plantaciones y poco a poco nos acercamos al destino.

Por fin llegamos a un camino de tierra al que accedemos tras pasar un controlillo. Dentro de este camino hay varias desviaciones a fincas, una de ellas es nuestro destino.

La entrada a Mabula es otro control, tenemos que decir cuál es nuestra reserva y ya empiezan los líos, está a nombre de Applogix, una empresa de Wunderman. Todo esto lo deducimos viendo la lista de reservas.

Por fin nos deja en recepción, se entra por un camino que tiene un techo de ramas o paja, todas las cabañas tienen el mismo techo. Hacemos el check in y el recepcionista nos dice que tenemos solo una noche reservada, le contestamos que tenemos dos, vuelve a mirar el ordenador y dice “Oh yes, two”, nos sorteamos los cuartos y nos dirigimos a conocer nuestra nueva casa.

Tras hacer el check in nos sorteamos los cuartos ya que había uno alejado del resto. Le tocó a Blanca pero estaba un poco cagada así que se lo cambié. Nos acompañó un chico a nuestras habitaciones. La mía tampoco estaba tan lejos como pensábamos. El sitio es una especie de resort, no son bungalows como pensaba sino chalets de cemento con techos de paja o algo así, cada chalet tiene tres habitaciones en la planta baja y la buhardilla pertenece a una de ellas.

Nada más deshacer la mochila nos reunimos en el porche de Blanca, a los pocos minutos empezó a revolverse el tiempo, mucho viento, gotas gordas y como se presagiaba un tormentón eléctrico descargó con fuerza para darnos la bienvenida. Los relámpagos seguidos de sus truenos estaban cada vez más cerca. Pasamos la tormenta en el porche, esperando a que escampara y disfrutando del espectáculo y el olor a tierra húmeda.

Por fin, cuando paró de llover nos decidimos a ir a cenar, antes de ello nos pedimos una botella de vino y hicimos una ronda de preguntas de las que le gustan a Brezo. Cuando nos acabamos la botella nos dirigimos al comedor.

La cena era tipo buffet, cocodrilo again, sabía a pollo, pero tenía una textura un tanto distinta, nos hicimos el mítico plato combinado del turista, curry de verduras, arroz blanco, tartaleta de cocodrilo y un plato de quesos y tomate. Cada cual venía con un plato cargado y flipando sobre todo aquello que había visto y no le había cabido en su plato.

Mientras nos hinchamos una vez más se acerca un tio vestido de coronel tapioca. Se presenta, no recuerdo su nombre, y nos dice que si somos el grupo de Applogix, le decimos que sí y nos dice que es el conductor de safari que tenemos asignado, que si querríamos ir al día siguiente a las cinco de la mañana de safari, nos miramos y a pesar del madrugón la experiencia tiene que molar; Sí, nos apuntamos. Nos pregunta si queremos que nos despierte alguien, a lo cual muy adultamente le decimos que no gracias, que ya nos despertamos solos. Para terminar nos comenta que sólo tenemos una noche reservada.

Nuestra cara cambia, pero con calma le decimos, “no, no, tenemos dos noches”, el hombre piensa por un segundo y nos dice que va a confirmarlo.

Marcha y ya nos quedamos moscas, el tio de recepción y este, ambos, nos han dicho lo de una sola noche…vuelve a los cinco minutos y nos comenta que acaba de confirmarlo, sólo tenemos reservada una noche, gracias Sharmaine.

La situación es que estamos a dos horas largas de Joburg, en una especie de Marina D´Or de la sabana y sin sitio donde dormir la noche siguiente. Además nuestro plan del día siguiente, Safari-Desayuno- Cama parece peligrar, es una lástima era un plan único en la vida.

Llamamos y escribimos a Sharmaine, le comentamos que nos dicen que hay una reserva de una sola noche, y que al día siguiente a las diez tenemos que hacer check out ya que el hotel no tiene habitaciones libres para el sábado.

Entonces entramos en un bucle de llamadas, Shramaine quiere hablar con la responsable de recepción, pero a la vez me dice que la agencia que reserva habitaciones tiene un horario de oficina, así que hasta el sábado a la mañana no sabremos nada. Conseguimos que hablen entre ellas, quedamos en que en Mabula van a intentar ver si tienen una casa libre el sábado, sino nos tendremos que ir a Zebula, que está a unos kilómetros.

Todo se decidirá a la mañana siguiente, así que Jorge y yo nos quedamos tomando una copa en el bar, las chicas se van a la cama.

Conocimos a uno tío de aquí que pesaba140kg fácil, estaba en la barra pidiendo y empezó a hablarnos, le dijimos que éramos de España, nos comentaba que llevaba bebiendo toda la tarde con sus colegas, llamó a uno de ellos, al momento apareció otra mole con unas ojeras de kilo, mientras nos estudiaba en plan para qué coño me llama mi colega el primero le dijo “These guys are spanish” a lo que el gran colega respondió “No fucks”.

Hablamos con ellos un par de minutos y desaparecieron, poco a poco nuestra copa también y con ella nosotros mismos.

Cinco de la mañana suena el despertador, he soñado que mataba sin querer a un tio porque se colaba en mi cuarto y le daba un puñetazo en la nuez, después en un taxi decían mi nombre en la radio y el taxista al percatarse me llevaba a comisaría.

Me desperezo flipando por mi sueño, en mi cuarto no hay ningún cadáver, pero hay un escarabajo boca arriba, peleando contra la nada, intentando darse la vuelta, produce unos sonidos bastante curiosos, es incapaz y no para de moverse, de andar por el aire.

Me ducho pensando, uno ¿cómo coño ha aparecido boca arriba?, dos ¿qué hago con él?, empujado por una versión descafeinada del Karma, y por el cadáver de mi sueño en mi cuarto, decido que tengo que cogerle vivo y sacarle a la calle, cojo papel, le tomo con cuidado y le dejo en la entrada, se pira a toda leche, bon voyage.

Dejo hecha la mochila y me dirijo al punto de encuentro, de camino me cruzo con Jorge, nos tomamos un café y una galleta de piedra, al menos mojada se ablanda algo.

A las cinco y media salimos, vamos con nuestro cocodrilo dandy, solos los cinco en un coche.

Los primeros veinte minutos sólo sirvieron para ver un pumba y coger frío, el sol se está levantando y se percibe como la helada nocturna, sumada a la humedad de la tormenta, se va despegando del suelo.

El paisaje es precioso y es un entorno muy grande, no llegamos a ver verjas ni vallas.

Nuestro amigo nos lleva de rally, pegamos saltos a cada bache, alguno más pronunciado que otro, de pronto hace un giro de 180 grados, nos dice que le han dicho por radio que han visto elefantes, y vamos a ver si les vemos. Más rally, a todo esto igual hemos visto algún antílope, zebras, más pumbas y poco más.

Llegamos a una zona en la que hay otro jeep parado mirando a una montaña, nos ponemos al lado, “there it is, can you see it?”

A cientos de metros, en un monte, hay un elefante a su bola, haciendo no sé qué. Todos flipamos pero se aprecia muy poco. Mientras tanto al otro lado de la carretera hay unos monos desayunando a los que nadie presta atención.

Tras estar un rato dice que vamos a ir a ver si vemos hipopótamos o cocodrilos, rally again, hasta que llegamos a un lago, se ve algo en el centro, es un cocodrilo, se desplaza de un lado a otro dejando ver su lomo y con los ojos fuera, tomamos unas fotos y seguimos.

Carlos Sainz nos dice que vamos a intentar ir a ver leones, y de nuevo, como si le estuvieran cronometrando nos lleva a otro área, al que accedemos por un túnel, a ver si encontramos leones.

Nada más entrar hay un punto en el la naturaleza deja de ser selvática-frondosa para abrir paso a una llanura con algún árbol desperdigado. Es una zona bastante verde, cuando el resto es más bien seco, le preguntamos y nos dice que lo han quemado el año pasado, que era mala hierba muy alta, y que lo sanean así cada cierto tiempo.

Damos una vuelta, los identifica rápido, vamos directos y nos quedamos a unos 70 metros de ellos.

Son una familia, según parece, dos machos, dos hembras y una o dos crías, todos yacen a unos metros unos de otros. Nos comenta el guía que duermen unas 20 horas diarias y que cazan una vez cada dos días.

Nos pasamos un rato observándoles, el colega nos empieza a explicar cómo se aparean, su explicación comienza haciendo una referencia a los cojones del león acompañada de un gesto de manos de sujetar pelotas, obvio, Jorge y yo no podemos aguantarnos y nos entra la típica risa floja mierder, parece que tenemos siete años, pero no podemos dejar de mofarnos.

Acaba el momento documental de la dos y tras haber pasado un rato mirando a los leones, que básicamente han pasado de nosotros desde el segundo cero, y se han movido dos metros para volver a tirarse nos piramos.

Esta vez vamos a ver si con suerte vemos rinocerontes…

De pronto nos paramos de un frenazo, no sabemos qué carajo ha visto nuestro pueril guía, da marcha atrás con decisión y de pronto se asoma a mirar al suelo. Hay un escarabajo pelotero arrastrando una bola que bien podría ser de ping pong. Le mira maravillado, hace una loa a su bola y seguimos.

Pasando la llanura llegamos a una zona en la que a lo lejos hay bichos que parecen piedras, hemos dado con ellos. Están desayunando junto a una manada de antílopes, podemos contar varios grupos, en total hay unos trece o catorce, el guía nos hace hincapié en lo afortunados que somos, hemos visto a todos los rhinos que tienen en la reserva juntos, paciendo. Hacemos unas fotos y miramos por los prismáticos, son bichos realmente curiosos y están en peligro de extinción because of reasons, stupid ones, su cuerno es muy cotizado como afrodisiaco en Asia.

Ya casi llevamos dos horas y media, nuestro hombre nos dice que ya hay que volver, a ver si vemos algo más de camino. Así será, volviendo nos paramos a ver unos ñus, pero de pronto descubirmos más a la derecha más animales ¿rhinos?. Asombrados le comentamos “eeee looks like there are more rhinos here” se mostró tan asombrado como nosotros, whatthefuck.

Seguimos y nos encontramos con un precioso animal que aún no habíamos visto, jirafas, son majestuosas a la par que deformers, su pelaje amarillo con alicatado anaranjado es muy atractivo, son majas, nos miran mientras roen, fotos y a desayunar.

Toda esta experiencia que nos ha llenado de adrenalina a las cinco de la mañana un sábado se desvanece al volver a las instalaciones, son las nueve, hay un buffet de desayuno salvaje, pero no sabemos si tenemos casa.

Se acerca la recepcionista, Lizzy, y nos dice que tienen una casa, pero, está lejos de las instalaciones, no tiene wifi, y si queremos algo tenemos que llamar a un hombre para que venga a por nosotros.

No nos agrada mucho la idea de estar aislados, llamamos a Sharmaine, y le decimos que preferimos ir al sitio que está a kilómetros, nos promete llamarnos en unos minutos.

Mientras Elena y Brezo miran en internet si hay habitaciones en el posible sitio. Parece que las hay, tienen wifi y están cerca de las instalaciones principales.

Nos llama Sharmaine, lamentablemente en ese otro sitio, nos dice, las condiciones serán las mismas, una casa aislada. Sorprendido le digo que voy a hablarlo con el grupo y que la llamo en un minuto. Es imposible, en internet hay cuartos, ella nos dice que no hay, la volvemos a llamar, le decimos que hay cuartos, que hasta han llamado las chicas para comprobarlo, que no queremos la casa. Me dice que va a volver a llamar.

Por fin se resuelve, nos vamos a Zebula, ahora sólo falta que se arreglen para ver cómo nos llevan de un sitio a otro. Por suerte esto sólo supone otra llamada.

Nos recogen a las once y veinte en una furgoneta con tanto polvo y tierra que parece que hubiera volcado la noche antes por un terraplén. No tardamos ni diez minutos en llegar a Zebula.

Es un poco lo mismo pero con un enfoque de Spa y Golf, la gente es muy hortera, el sitio también. Por lo menos tenemos cuarto, pero, hasta las dos no podemos ir, porque están limpiando. Llevamos desde las cinco levantados, son las doce y algo, parece un día eterno…

Nuestro tiempo en Zebula fue igual que si hubiéramos estado en casa, descansamos, tomamos algo y cenamos sin mucho que destacar, a parte de las luces de discoteca que tenía el green por la noche. Ah y la cena más loca y hortera, en la que conocí a Tony, británico que vive al lado de Denia, que va a conseguir la nacionalidad española y que a duras penas sabe hablar español. Quiere una web y me da su tarjeta, huele a polilla.

El domingo vuelta a casa, llegamos pronto, sobre las tres, la tarde escribo y reposamos.